En los últimos tiempos escucho la misma queja: las opciones que nos sugiere el algoritmo son malas y ni sabíamos que queríamos ver; eso nos lleva a perder más tiempo eligiendo que vamos a mirar y, como siempre, terminamos con la sensación de insatisfacción y fastidio. En el mejor de los casos, perderemos dos horas viendo algo similar al anterior que vimos y que olvidaremos en algunos días.
Muchos creen que estamos en un gran momento de la cultura masiva con múltiples plataformas de streaming que nos da más poder como consumidor para elegir, sin embargo, nos encontramos en un escenario que genera gran ansiedad y en que las distintas alternativas nos ofrecen un achatamiento general de la calidad y variedad de los contenidos.
El problema de la curación algorítmica es que rara vez nos ofrece algo nuevo; solo sigue patrones existentes rompiendo toda posibilidad de creatividad en la oferta monocultural.
Cuando Chris Anderson -editor de la revista Wired-, desarrolló el concepto Long tail refiriéndose específicamente a productos de nicho que si bien no cuentan con una gran demanda (en contraposición con aquellos que generalmente suelen acaparar la atención de un público mayoritario), sumados pueden llegar a abarcar una porción bastante significativa de un mercado basado en internet.
Así fue que la personalización y el famoso long tail, con su promesa de diversificación de intereses y públicos mediante la segmentación, nos hacían pensar en una cultura de la web y los consumos artísticos más diversa e interesante; pero el auge del big data y la curación por algoritmo hizo todo lo contrario: homogeneización del contenido hacia una monocultura.
El actual paradigma digital impone nuevas lógicas de consumo y pareciera que por momentos nuestra cultura está fragmentada y todos estamos mirando cosas diferentes, sin embargo, estamos todos mirando lo mismo al mismo tiempo. El mejor ejemplo en Argentina fue "El eternauta", que durante cinco días fue el tema central de toda conversación, información y debate. A 30 días de su estreno ya nadie se acuerda de la serie.
La monocultura lleva a un nuevo modo de producir y consumir contenidos con escaso riesgo creativo, ya que la producción basada en big data lleva a una homogeneización de los contenidos, y a pesar de la cantidad de cosas para elegir, cada vez más estamos eligiendo las mismas cosas en distintas industrias culturales. El paradigma de algoritmo aceleró este loop de cultura que va del nicho a la masividad
Algunos afirman que abandonar la cultura digital globalizada podríamos lograr nuestra independencia del algoritmo. ¿Cómo hacerlo? Leyendo libros antiguos, ver solo canales de cable, comprar vinilos y escribir a mano serían una estrategia posible hasta que alguien lo pone en la web y se vuelve moda. Ni la contracultura ni lo vintage se salvan del algoritmo.
OTRO CAMINO
Como consumidores podemos salir del mainstream y pasar consumir el contenido de nicho de plataformas pequeñas e independientes, Compartir y diversificar nosotros los contenidos volviendo a lo comunitario y la lógica abierta de la primera web. En definitiva, evitar la monocultura del pensamiento es lo que está en juego.
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