La noción de civilización ha vuelto fuerte como debate global. ¿Cómo se pasa de la barbarie a la civilización, y qué debe tener una civilización para ser considerada como tal?
En los años 30 el sociólogo Norbert Elias afirmó que el proceso de civilización comenzaba con la domesticación de los guerreros. Los guerreros pasaban a formar parte de la corte del Príncipe y tenían que empezar a someterse a un poder que no salía de su propio seno. Eso contribuyó a pacificar la sociedad sin que los guerreros desaparezcan, porque la sociedad siempre necesita mecanismos de defensa. Ese proceso permite una paz social que lleva a los hombres y mujeres a realizar una serie de actividades que van más allá de la satisfacción de las necesidades. Si bien al principio estaba restringida a los aristócratas y nobles, luego se va extendiendo. Al principio, pocos gozan de la libertad, pero, en todo proceso de civilización de largo aliento, ese grupo se va ampliando e involucra a otras clases y grupos sociales. En esa sociedad van creciendo los márgenes de la libertad.
Las civilizaciones deben también poder dar procesos de des civilización, a veces caóticos o catastróficos. Eso significa que se resquebrajaría la paz social que hace posible que los seres humanos pensemos más allá de la disputa para sobrevivir. Algunos países islámicos han sufrido un proceso de des civilización como tantas veces en el siglo XX lo sufrió la civilización euroatlántica. El mejor ejemplo es Alemania, uno de los países de mayores estándares de educación y cultura que entró en un proceso des civilización acelerada con el nazismo.
La existencia de Hezbolá en el Líbano o de Hamás en Gaza son ejemplos de que allí no hay domesticación de los guerreros. Luego de la domesticación de los guerreros, el papel de las mujeres es fundamental. Las mujeres van a ser grandes domesticadoras de los guerreros y están presentes, sobre todo en el campo de las artes, la poesía, la música.
Con la democracia liberal se alcanzó una cumbre civilizatoria. Pero no quiere decir que el modelo tenga que ser adoptado por otras civilizaciones para llegar al mismo estadio. En buena parte, esa combinación virtuosa de democracia liberal y economía social de mercado tiene mucho que ver también con la laicización radical que hubo en Occidente porque los Estados tienden a ser laicos.
Japón es una excepción y un buen ejemplo. Lo religioso pesa en la vida cotidiana y, por supuesto, tiene que haber concatenaciones que lleguen a las actividades política y económica. En Japón la religión es un elemento fundamental.
En el libro Facundo, Civilización y barbarie, Domingo Faustino Sarmiento plantea que el deseo ideal sería la civilización, que nos va a llevar a mayores grados de pacificación social, de libertad en la sociedad y también de progreso. Pero nuestra barbarie está siempre allí. En realidad, hay civilización y barbarie en cualquier pueblo. Hay una seducción de la barbarie en Argentina. Cada tanto hay que prestar atención a la vieja barbarie que, en términos políticos, implica la imposición de la voluntad del más fuerte. Ahí entra en discusión la libertad y la igualdad. ¿Cómo se concilian la libertad de los ciudadanos con la búsqueda de una igualdad? Porque la desigualdad, en algún momento, va a estallar y va a derrumbar la libertad. En beneficio de la propia libertad es que hay que prestar atención a la igualdad, y ese tema lo plantean muy bien Benjamin Constant y Alexis de Tocqueville. Es posible alcanzar altos estándares de libertad con altos estándares de igualdad; plantear o la libertad o la igualdad como el único horizonte posible es nefasto.
Islam: ¿Choque civilizatorio?
En la actualidad se dan debates que plantean un choque civilizatorio y una amenaza existencial que afronta la civilización occidental por el avance de los valores del Islam, tanto en la guerra que se libra en el Medio Oriente como en las cuestiones inmigratorias, donde el Islam está disputando espacio dentro de las grandes ciudades de Europa.
Algunos plantean que en este choque de civilizaciones hay un riesgo existencial de los valores de la civilización occidental ya que las teocracias son las que generan ese tipo de procesos de des civilización con mayor consistencia, aunque haya sido la religión quien tuvo un alto valor dentro del constructo “civilización”. Posiblemente, como dicen los antropólogos, haya que hablar más de cultura para llegar al concepto de civilización. También se debería descartar la idea de una superioridad global de una civilización sobre otra. También rechazar de forma absoluta la superioridad de la civilización euro atlántica. Es inadmisible pensar que hay una civilización superior a otra globalmente. Puede haber algún factor que termine siendo superior no tanto en términos de riqueza humana, sino de equilibrio humano, de armonía, hasta de bondad humana.
Durante siglos, los países de Europa sostuvieron guerras muy complejas y muy desarrolladas en su capacidad de logística y de armamentismo. Algo similar sucedió también con los pueblos de América. La civilización no implica que no haya guerras, sino que la lógica de las guerras no impregne la vida de toda la sociedad.
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