A punto de enfrentar una nueva era, Europa, se encuentra en un estado de shock emocional frente a la posibilidad de perder a sus aliados tradicionales.
Mientras observa hasta dónde llegará el acercamiento de Estados Unidos y Trump a Rusia que provocará lo que Unión Soviética nunca logró: desacoplar a Estados Unidos de Europa y romper la alianza de Occidente que mantuvo a raya a los tanques soviéticos.
Europa está conmocionada porque Estados Unidos le ha dado la espalda y se abrazó a un autócrata brutal como Vladimir Putin. Estados Unidos, una nación cuya idea central es la libertad y cuya vocación principal ha sido la defensa de la democracia frente a la tiranía.
Europa atrapada por una sensación de desamparo, alarmada por la colosal tarea de rearme que tiene ante sí, asombrada por el vuelco de la ideología estadounidense, se encuentra a la deriva y sin líderes entrando de lleno en una nueva época.
Para el viaje de Europa desde las ruinas de 1945 hasta llegar a hoy a ser un continente próspero, íntegro y libre, Estados Unidos fue fundamental. John F. Kennedy en 1963 y Ronald Reagan en 1987 fueron dos puntos históricos para ambos y para el significado de Occidente. Hoy no está clara esa unión estratégica en el compromiso con los valores de la democracia liberal.
Ahora existe Europa, existe Rusia, existe China y existe Estados Unidos. Occidente como idea se ha vaciado.
Emmanuel Macron, presidente de Francia, declaró que Europa se enfrentaba a “cambios irreversibles” por parte de Estados Unidos e instó a una financiación masiva compartida para un rápido refuerzo militar europeo y extender el paraguas nuclear francés a sus aliados en el continente.
Estos cambios estratégicos impactaron de lleno en Alemania, cuya república de posguerra fue en gran medida una creación estadounidense, y cuya memoria colectiva mantiene muy elevada la generosidad de los soldados estadounidenses que ofrecieron el primer socorro a una nación devastada.
Para muchos alemanes la idea de que Estados Unidos, cuyas fuerzas hicieron tanto para derrotar a Hitler, opte por apoyar a un partido como Alternativa para Alemania (AfD), cuyos miembros apoyan abiertamente a los nazis, se siente como una traición imperdonable y hace que muchos se pregunten si no es Europa la que ahora debe dar un paso al frente ahora para luchar por la democracia.
El nuevo canciller de Alemania, Friedrich Merz, dijo al asumir: “Mi prioridad absoluta será fortalecer Europa lo antes posible para que, paso a paso, podamos lograr realmente ser independientes de Estados Unidos” rompiendo un triple tabú alemán. La Alemania de Merz saldría de la tutela estadounidense, examinaría la extensión a Berlín de la disuasión nuclear francesa y permitiría un endeudamiento creciente para financiar un rápido aumento de la industria de defensa.
Alemania es un barómetro para Europa, y si la cooperación militar franco-alemana crece rápidamente, y se complementa con la participación militar británica -como parece probable- Europa podría desprenderse de su reputación de gigante económico y pigmeo estratégico. Pero no ocurrirá de la noche a la mañana.
Las principales potencias europeas han llegado a la conclusión de que Trump no es un caso atípico ni aislado. Tiene mucho apoyo entre la creciente extrema derecha europea, que es nacionalista y antimigración. Es la encarnación estadounidense de una era de autócratas en ascenso para quienes las instituciones y alianzas de posguerra son obstáculos a un nuevo orden mundial construido en torno a zonas de influencia de grandes potencias.
Los lazos entre Europa y Estados Unidos son mucho más que una alianza militar y económica. En los últimos 80 años, el vínculo euroamericano ha sido un motor de prosperidad y un multiplicador de la paz.
ECONOMIA
El comercio de bienes y servicios entre la Unión Europea de 27 países y Estados Unidos alcanzó los 1,7 billones de dólares en 2023. Cada día cruzan el océano Atlántico bienes y servicios por valor de unos U$S 4800 millones.
Para muchos esta actual tensión entre Estados Unidos y Europa, tiene la lógica de una petición razonable: que Europa pague más por su defensa y se acerque un poco más a Putin, aunque eso implique deshacer la OTAN y crear junto con China una asociación que ponga fin a la dominación occidental del mundo.
Según distintos analistas internacionales Putin pretende desoccidentalizar el mundo, acabar con la hegemonía estadounidense, poner fin al lugar dominante del dólar en la economía mundial y actuar con el respaldo de Irán, Corea del Norte y China, cosa que parece, por ahora, no parece importarle mucho a Trump.
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