Ir al contenido principal

El peligro de la Infodemia

Estamos expuestos a tal cantidad de contenido que ya no podemos procesarlo. Hoy tener más información, lejos de ayudarnos a tomar mejores decisiones, nos provoca parálisis, desconcierto y angustia.

Es una ironía, pero es así. En un mundo con tecnología y canales para comunicarnos como nunca antes lo habíamos podido hacer, pasa justo lo contrario: La comunicación está en crisis ante el uso del storytelling para contar mentiras, debido a unas audiencias más informadas, críticas y activas que nunca.

Pero también gracias un exceso de información sobre todos los temas que provocan que nadie entienda nada, que nadie sepa qué de lo que se dice es verdad o qué no lo es. 

Una persona consume cada día más de 36 gigabytes de contenido, lo que equivale a más de 18 mil libros. El efecto de este exceso de contenido es el desinterés, el aburrimiento y el hartazgo de las audiencias. Este fenómeno se agravó durante los años 2020 y 2021 debido a la pandemia de Covid-19. Ese aislamiento nos obligó a una aún mayor exposición a los canales digitales porque internet era nuestra única ventana al mundo. Fue ahí que se desató lo que la OMS llamó infodemia, que en ese momento se refería a un exceso de información sobre las causas y consecuencias de la epidemia global. No sólo era el exceso, sino que mucha de esa información estaba poco verificada o era falsa. 

EVOLUCION DEL TÉRMINO INFODEMIA 

Hoy la palabra infodemia se ocupa para hablar del exceso de información y contenido sobre cualquier tema o rubro. La propia infodemia acelera la desinformación y hace que perdure, y la cosa se complica más si agregamos a esta ecuación para el desastre a la Inteligencia Artificial (IA) como otro actor que genera contenido sin verificar los datos, ni la credibilidad de las fuentes, ni los intereses de las empresas que desarrollan esta tecnología disruptiva. 

Es tal la cantidad de información y contenido, muchas veces contradictoria, que es cada vez más fácil para cualquiera perder el parámetro de lo verosímil. No sólo no sabemos qué creer, sino tampoco a quién creerle.

EFECTOS COLATERALES

No se trata sólo de denunciar el exceso de contenido y la poca o nula verdad de lo que se difunde; se trata de entender que este exceso de información es, en sí mismo, dañino para la salud de las personas y para el buen funcionamiento de la sociedad.

La enfermedad de nuestra era se llama infoxicación, un fenómeno que se produce cuando se recibe una cantidad de información que supera la capacidad de procesarla, lo que puede alterar la percepción de la realidad y generar una sobrecarga mental.

Algunos de los síntomas más comunes de esta enfermedad son la búsqueda constante de más información, la incapacidad para tomar decisiones, la dificultad para concentrarte, fallas en la memoria, ansiedad y, por supuesto, estrés; pero gobiernos, empresas, medios de comunicación e instituciones no gubernamentales (ONG) hacen muy poco al respecto para corregirlo.

El mundo no necesita más, sino mejor información.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Burnout: El gran agotamiento global

La fatiga se ha vuelto tan común y generalizada que el fenómeno incluso se ha ganado un nombre: el gran agotamiento o "burnout". El período posterior a la pandemia, que comenzó como la Gran Renuncia (un fenómeno observado a partir de 2021, cuando un gran número de trabajador s comenzaron a renunciar) se convirtió en un gran agotamiento. Más allá de los desafíos habituales de la vida en la oficina, todo el mundo está cansado. En recientes investigaciones en ocho países sobre el burnout, -síndrome que genera la sensación de agotamiento-, se revelaron el aumento exponencial de casos llegando a el 48% de los entrevistados. En Argentina diversos estudios afirman que el 40% de las personas económicamente activas sufren de burnout. Las ausencias laborales por este síndrome han aumentado casi un 1.000% en una década. Las diversas investigaciones demuestran que estamos en una época de agotamiento, una época caracterizada sobre todo por el cansancio, la decepción y el agotamiento.  Ann...

Lo malo de la democracia es que todo el mundo puede votar

Hace un tiempo escuché a alguien decir: "Ni las personas que desconocen quién fue Napoleón ni los gordos que siguen comiendo donuts deberían poder votar" . Para esta situación existe la Epistocracia.  La solución que planteaban Platón y John Stuart Mills hace siglos. Son varias las voces qué viendo el avance de distintos populismos, el deterioro de la democracia en occidente y la anormalidad de ciertos candidatos, se pregunta si el sufragio universal no fue una absoluta temeridad. Llevamos 65 años investigando y midiendo cuánto saben los votantes, y los resultados son bastante deprimentes. Sabemos que la democracia tiene fallos sistemáticos y deberíamos considerar otras alternativas. El planteo pasa porque en general los votantes son unos ignorantes. Hay ciudadanos tan desinformados que se deberían abstener de votar por propia responsabilidad. Después están los fanáticos que solo siguen la información política de su partido con el mismo sesgo de quien apoya un equipo de fútbo...

¿La filosofía está herida de muerte?

La mayoría de los filósofos se limitan a comentar ideas de otros, o a hacer especulaciones estériles: no abordan problemas nuevos, no se enteran de lo que pasa en las ciencias y las técnicas, ni se ocupan de los principales problemas que afronta la humanidad. Por ejemplo, los ontólogos imaginan mundos posibles, pero ignoran el único real; los gnoseólogos siguen creyendo que las teorías científicas son paquetes de datos empíricos; los filósofos morales discuten a fondo el problema del aborto, pero descuidan los problemas mucho más graves del hambre, la opresión y el fanatismo. Y los filósofos de la técnica suelen, ya elogiarla, ya denigrarla, sin ver que hay técnicas malas y otras buenas, y que incluso las buenas pueden tener resultados perversos, tales como el desempleo.  La crisis actual de la filosofía: profesionalización excesiva; confusión entre filosofar e historiar; confusión de oscuridad con profundidad, al estilo de Husserl y Heidegger; obsesión por el lenguaje, al estilo d...